1.- LOS PECES DE LA AMARGURA, de Fernado Aramburu
Hacía tiempo que Fernando Aramburu quería escribir sobre personajes y escenarios vascos. Y ha esperado hasta intuir cierta madurez como escritor para dejar su particular testimonio literario sobre el espinoso tema de la violencia etarra y sus derivados. Un padre se aferra a sus rutinas y aficiones, como cuidar los peces, para sobrellevar el trastorno de una hija hospitalizada e inválida; un matrimonio acaba fastidiado por el hostigamiento de los fanáticos contra un vecino y esperan que éste se decida a marcharse; un hombre hace todo lo posible para que no lo señalen, y vive aterrado porque todos le dan la espalda; una mujer decide irse con sus hijos sin entender por qué la acosan. A manera de crónicas o reportajes, de testimonios en primera persona, de cartas o relatos contados a los hijos, Los peces de la amargura recoge fragmentos de vidas en las que, sin dramatismo aparente, sólo asoma la emoción –a la par que el homenaje o la denuncia– de manera indirecta o inesperada, es decir de la manera más eficaz. Es difícil empezar a leer las historias en principio modestas, de una engañosa sencillez de Los peces de la amargura, y no sentirse conmovido, sacudido –a veces, indignado– por la verdad humana con que están hechas, una materia extremadamente dolorosa para tantas y tantas víctimas del crimen basado en la excusa política, pero que sólo un narrador excepcional como Aramburu logra contar de manera verídica y creíble. La variedad y originalidad de los narradores y de los enfoques, la riqueza de los personajes y sus diferentes vivencias logran componer, a modo de novela coral, un cuadro imborrable de los años de plomo y sangre que se han vivido en Euskadi.
2.- LA SAL DE LA VIDA, de Anna Gavalda
Simone, Garance y Lola, tres hermanos que se han hecho ya mayores, huyen de una boda familiar que promete ser aburridísima para ir a encontrarse en un viejo castillo con Vincent, el hermano pequeño. Olvidándose de maridos y esposas, hijos, divorcios, preocupaciones y tristezas, vivirán un último día de infancia robado a su vida de adultos.
La sal de la vida es un homenaje a los hermanos, compañeros imborrables de nuestra niñez. Una novela con todos los ingredientes que han hecho de Gavalda una de las autoras más leídas y admiradas de la literatura europea: alegría, ternura, nostalgia y humor.
La sal de la vida es un homenaje a los hermanos, compañeros imborrables de nuestra niñez. Una novela con todos los ingredientes que han hecho de Gavalda una de las autoras más leídas y admiradas de la literatura europea: alegría, ternura, nostalgia y humor.
3.- CHAMAN, de Noah Gordon
Escocés y vástago de una familia que ha practicado la medicina a lo largo de generaciones, Rob J. Cole debe emigrar por razones políticas a las nuevas tierras de América. Tras trabajar en Boston con el eminente cirujano Oliver Wendell Holmes, Cole partirá rumbo al Oeste, hacia un territorio que los colonos todavía no han podido arrebatar a los indios sauk, y donde le esperan las experiencias más intensas de su vida profesional y sentimental.
4.- EL NIÑO CON EL PIJAMA DE RAYAS, de John Boyne
Aunque el uso habitual de un texto como éste es describir las características de la obra, por una vez nos tomaremos la libertad de hacer una excepción a la norma establecida. No sólo porque el libro que tienes en tus manos es muy difícil de definir, sino porque estamos convencidos de que explicar su contenido estropearía la experiencia de la lectura. Creemos que es importante empezar esta novela sin saber de qué trata. No obstante, si decides embarcarte en la aventura, debes saber que acompañarás a Bruno, un niño de nueve años, cuando se muda con su familia a una casa junto a una cerca. Cercas como ésa existen en muchos sitios del mundo, sólo deseamos que no te encuentres nunca con una. Por último, cabe aclarar que este libro no es sólo para adultos; también lo pueden leer, y sería recomendable que lo hicieran, niños a partir de los trece años de edad.
5.- SIEMPRE QUEDARA PARIS, de Ramón Acín
Siempre quedará París narra la historia de un grupo de hombres que ganó una guerra mundial, pero que perdió por dos veces su propia guerra, y con ella su tierra, sus familias, y hasta su historia. Ramón Acín novela en esta obra las vicisitudes del maquis español, desde la invasión del Valle de Arán por los veteranos de la guerra mundial hasta los últimos rescoldos de la lucha armada contra el régimen de Franco. Y lo hace a través de unos personajes que no dejan de traslucir la dramática humanidad que late bajo las ideologías, por más que estén abocados a convertirse en arquetipos épicos, guerreros antiguos de quienes ni siquiera se apiada la propia naturaleza, la montaña salvífica y amenazante del Pirineo Aragonés. Siempre quedará París es, al mismo tiempo, la alegoría histórica de una época y un relato intenso y emocionante, todo un reto narrativo que Ramón Acín supera con maestría y convicción.